miércoles, 28 de mayo de 2008

El Corredor y su Salud
Correr para ganarle a la enfermedad


Prof. Dr. Rudemar Antonio Blanco.

El estrés es parte de la vida.
Es un subproducto natural de todas nuestras actividades
No hay más justificativo para evitar el estrés que para
evitar el frío, el ejercicio o el amor.
Pero a fin de expresarse plenamente, uno debe encontrar
primero su nivel óptimo de estrés y entonces usar su energía
de adaptación a un ritmo y en una dirección ajustados a la
estructura innata de su mente y de su cuerpo.
No es fácil, requiere mucha práctica y un autoanálisis
casi constante.

Hans Selye

Mi forma de ver las carreras la fueron modelando cientos de situaciones como la de aquella mañana soleada en que los hermanos Cuesta corren uno al lado del otro y llegan con una sonrisa a la meta para casi de inmediato hacer un picado de fútbol en la plaza del pueblo; el observar aquellos dos amigos que en Trinidad corrían a muy buen ritmo mientras conversaban con naturalidad de cosas familiares, o aquel veterano que mientras trotaba, en un frío mediodía de invierno, me decía con la autoridad de sus años de carrera “No se enloquezca que lo primero es llegar, luego los trofeos vienen solos”.

En todos estos casos, planeada o espontánea, hay una forma de práctica deportiva que privilegia la alegría, el bienestar y la salud por encima de cualquier otra cosa.

Las personas que corremos para recrearnos, competir o como tarea remunerada realiza una actividad que requiere ser planificada, ejecutada y evaluada con criterio científico para así obtener el mayor rendimiento sin afectar la salud..

Las ciencias naturales y sociales aportan en diversos sentidos a echar luz sobre nuestra práctica de correr, en nuestro caso se trata de seres humanos que se desplazan a velocidad y distancia que están por encima de las exigencias comunes.

Algunos conocimientos básicos son imprescindibles para poder hacerlo con beneficio para nuestro organismo y psiquis.

Hoy comenzamos a aportar sobre el tema en espera de que otros compañeros, corredores o no, también lo hagan.

La salud es el bien más preciado para los seres humanos y varía en cada persona durante su vida y entre las personas entre sí.

El propósito de todas nuestras actividades en la sociedad apunta a lograr bienestar, para ello debemos aspirar a una mayor calidad de vida.

La salud se consigue con una buena alimentación, buena vivienda, la mejor educación, un entorno social familiar y general favorable a nuestro desarrollo, actividad física saludable y la mejor prevención de las enfermedades vil psíquicas a lo largo de la vida. .

Somos seres vivos que como otros vertebrados poseemos conjuntos de células especializadas que podemos agrupar en sistemas: el sistema respiratorio que nos provee de oxigeno para el trabajo de nuestros músculos y tejidos, el sistema digestivo que elabora los alimentos, el aparato cardiovascular(corazón arterias y venas) que se ocupa de llevar a todo nuestro organismo los alimentos y el oxigeno eliminando los desechos, y el sistema nervioso y glandular que comandan conciente e inconscientemente cada uno de nuestros movimientos internos y externos.

El corredor puede realizar esfuerzos extremos que afecten cualquiera de los sistemas que integran su organismo, al límite de llevarlo a la invalidez o la muerte, como hemos podido observar en competencias reciente de muerte por ineficiencia cardiaca..

En nuestro organismo hay partes más débiles que otras que debemos identificar para proteger, bien sabemos que la cadena siempre se corta por el eslabón más débil.

Somos una unidad orgánica y síquica que corre y no solo dos piernas que se mueven por la pista, el estado de salud de todos esos sistemas y la psiquis nos hacen mejores o peores corredores

Sin embargo las lesiones más frecuentes del corredor se presentan en el aparato locomotor integrado básicamente por el conjunto de huesos, articulaciones, músculos, vasos sanguíneos, linfáticos y el sistema de nervios que nutre y comandan esta zona de las piernas.
.
Cuando por motivos centrados en nuestra herencia biológica y/o nuestro entorno agresivo enfermamos debiéramos tener al alcance los medios con que cuenta la sociedad para diagnosticar tratar y rehabilitar nuestra mente y nuestro cuerpo.

Existen dos formas de enfocar el tema de las carreras de distancia, una relacionada con el éxito deportivo y otra con los aportes a la salud. Estos dos modos conviven en casi todas las personas en grado diverso, unas veces la búsqueda de mayor potencial físico y mayor salud mental es el factor que predomina mientras muchas otras el éxito deportivo, el profesionalismo, y los trofeos se posesionan de la voluntad del corredor generando situaciones límites cercanos o dentro del riesgo inminente de enfermar.

Entonces veremos como estas dos tendencias unas veces conviven en una sola persona y en otras es fácil ver como ambos enfoques chocan con tanta violencia que generan dos estilos distintos de práctica deportiva.

Se generan así dos formas de encarar las competencias y la preparación para las mismas, aquella que coloca los límites más allá de las posibilidades del atleta y la que opera dentro de los límites de racionalidad y control de los excesos.
Una riesgosa que nos pone al límite y la otra siempre dentro de límites razonables.

Esta diferencia se agudiza cuando el entrenador o el corredor impelidos por las urgencias de los resultados deportivos se obliga a alcanzar metas que en función de sus características físicas personales están al borde o superan los límites de la resistencia de su estructura orgánica y/o psíquica.

Quienes corremos sabemos que los motivos que generalmente fuerzan al corredor pueden venir de presiones internas, el prestigio, aspiraciones de éxitos, autoestima, que son materializados en trofeos, como reafirmación del ego del deportista. Pero también las presiones determinantes del entorno suelen cegar al individuo sin defensas frente al peso de una sociedad altamente competitiva.

La sociedad se expresa sobre el deportista a través de las presiones de los entrenadores, compañeros, familiares, clubes, sponsors, sueldos, prensa, hinchas, apoyos económicos o premios adjudicados en las competencias mismas, aumentando así en grado sumo la presión sobre el competidor que siente superadas sus resistencias, siendo tentado frecuentemente a ir más allá de sus límites, resultando las más de las veces victima de esas tentaciones.

Sintetizando podemos entonces adjudicar el sobre esfuerzo del competidor a presiones interna y/o externas; la mayor parte de las veces se trata de una mezcla de requerimientos que suman las necesidades personales y del entorno.

Todos estos aspectos deben estar en la consideración siempre que el deportista analiza y toma sus propias decisiones, analizando así con claridad si está en condiciones de aceptar o rechazar algunas de las exigencias mencionadas.

Es preciso entonces que cada uno de nosotros decidamos hasta donde debemos exigirnos en cada entrenamiento y competencia, así como la frecuencia semanal y los períodos de recuperación con que debemos encarar esas actividades.

Nadie conoce la información que cada uno de nosotros producimos interiormente a cada instante, lo que sentimos y lo que pensamos, por ello es que debemos contar con los criterios mínimos para ser los constructores de nuestras propias decisiones. Para ello, además de técnicos deportivos y profesionales de la salud, debemos contar con conocimientos suficientes como para guiar nuestro accionar e identificar lo que sentimos y pensamos para luego definir cada día cuando estamos o no dentro del límite de nuestras posibilidades.

La salud es una compleja relación entre nuestro organismo y el medio en que vivimos y la cantidad y calidad de la salud depende de muchos factores.

Estos elementos provienen de nuestra herencia personal y del medio ambiente en que hemos desarrollado nuestras vidas hasta el presente.

La salud depende entonces del potencial genético y de la calidad de vida a lo largo de toda nuestra existencia, somos distintos en nuestro ADN y también lo somos por la peculiaridad de nuestras vidas personales. Así la naturaleza y la sociedad elaboran en cada uno de nosotros una singular forma de vida para cada momento, única en el universo, que debemos cuidar, disfrutar y manejar con prudencia.

La velocidad de carrera, la distancia de la meta y la frecuencia son tres factores esenciales a considerar siempre en los entrenamientos, competencias o ejercicios adicionales.

A la hora de conocer nuestra tolerancia a estas variables (distancia, tiempo, y frecuencia) se consideran primero separadas y luego juntas, la distancia desmedida aun a baja velocidad es un factor de riesgo de salud así como muy corta distancia a velocidades muy altas, también el entrenamiento o competencia sin períodos adecuados de descanso y recuperación pueden a su vez provocar lesiones y fatiga orgánica.

Se puede apreciar dos formas de encarar el desarrollo de un/a atleta, una es entrenar al límite, con dolor, con los dientes apretados corriendo al borde del abismo, desafiando las lecciones, sufriendo física y psíquicamente la velocidad y la distancia; la otra es crecer lentamente con cada entrenamiento, escuchar las sensaciones, poner atención en las molestias, no llegar al dolor, darle su tiempo al cuerpo para adaptarse al esfuerzo, sentir la alegría de correr, la felicidad de estar cada día más sano y mas fuerte.

Es evidente que la distancia, la velocidad, y frecuencia de carrera cuando superan nuestra tolerancia traen consigo traumas físicos y mentales, lesiones que siempre dejan secuelas y es decisión personal evitarlas conociendo e identificando los síntomas durante y después de los entrenamientos y competencias.

Las lesiones pueden ser agudas (cuando detienen nuestro paso) impidiendo continuar o crónicas producidas por la acumulación del estrés en el cuerpo y en la mente luego de reiterados esfuerzos agotadores. Otras veces podemos padecer alguna afección que no nos ha sido diagnosticada por un profesional de la salud.

Es evidente que el dolor, la presión mental y el agotamiento van generando rechazo transformando los entrenamientos en verdaderas torturas, fuente de estrés no tolerable ni por los tejidos vivos ni por la mente.

La enorme mayoría de quienes corremos no lo hacemos para acrecentar nuestros ingresos sino por otros motivos tales como el placer de correr, participar en la fiesta de vida que es una competencia, placer de superar sus marcas, ganar lugares en la clasificación, ganar la competencia, lograr la estima de los demás y potenciar nuestra autoestima, sentirse más seguro, más fuerte, descargar tensiones, ganar en salud física y mental. Entonces no se debe arriesgar la salud y la vida sino controlar que estas motivaciones u otras no nos conduzcan más allá de nuestros propósitos originales al perder la perspectiva real de lo que buscamos.

El premio es la salud mejorada, los trofeos vienen o no vienen, pero lo que es seguro que ganaremos con la carrera es el bienestar, una mayor autoestima, más equilibrio psicológico, potencia y resistencia fisica, estaremos más sanos.

BORA 18/5/08


Prof. Dr Rudemar Antonio Blanco (Categoria varones 70- AAU 2008)

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